Nuestra ajetreada vida nos hace ir dejando para mañana muchas cosas e ir chapuceando el presente como podemos para ganar tiempo. Pero algún día hay que decir basta y hacer repaso general de todo lo que hay pendiente. La limpieza es un buen ejemplo de ello. Con el paso del tiempo vamos ensuciando nuestra casa a un ritmo que no es el mismo al que la limpiamos. Aunque sacamos tiempo para ir realizando limpiezas periódicas y de escasa profundidad, en el fondo sabemos que nos vamos dejando cosas atrás que tarde o temprano tendremos que acometer.
Es costumbre fijar en nuestro calendario de prioridades unas horas de limpieza semanal para deshacernos de parte de la suciedad que va apareciendo en nuestro hogar. Pero limpiar el polvo que hay a primera vista y pasar la fregona no es suficiente porque hay partes que no están visibles a simple vista y que acumulan suciedad de manera constante y que reclaman nuestra atención cuando ya su suciedad es insostenible.
Es entonces cuando hay que arremangarse y proceder a la famosa limpieza en profundidad, tan temida. Pero hay maneras de que ese momento no sea tan complejo. Sobre todo, se trata de tener una buena organización para conseguir que el día de la limpieza a fondo no sea una pesadilla interminable. Es recomendable realizar una limpieza a fondo cada 6 meses aproximadamente.
Comienza por la cocina, por armarios y estanterías. Desaloja todos los platos, vasos y cubiertos y limpia a fondo el interior para volver a meter todo el menaje una vez limpio. Todo ello de forma metódica y a fondo. Tras ello procede con la encimera y los electrodomésticos, el suelo y la pared.
Los baños son otro lugar del hogar que requieren una periódica limpieza realizada con detenimiento y no solo un lavado de cara rapidito. Iremos de lo específico a lo general desinfectando con lejía el inodoro, higienizando y limpiando cada uno de los rincones, enfocándonos en rincones como la ducha, con sus paredes, suelo y mampara. Continúa por los cristales del baño, cajones y armarios, desalojándolos de todos los productos y aprovechando para deshacerte de todos los que hayas acumulado innecesariamente en las últimas.
El salón es una de las zonas de más uso y con una mayor variedad de actividades. Empléate a fondo con el suelo para que desaparezca cualquier rastro de suciedad que haya resistido a las limpiezas rapiditas. También debes ocuparte de armarios, estantes y cajones, que suelen acumular no solo polvo y suciedad sino también trastos inútiles que deben acabar en la basura si no quieres acabar como Diógenes. Los elementos textiles de sofás, sillas y alfombras van a requerir una dedicación especial, pues son superficies acumulativas de ácaros y otro tipo de suciedades resistentes. Si es necesario, busca a profesionales que completen este trabajo con maquinaria específica.
El polvo de pasillos no puede acumularse semana tras semana, pues acabará siendo una calle del lejano oeste por la que ruedan pelusas al atardecer. Revisa rincones, esquinas y rodapiés, así como interior de armarios o muebles. Recuerda que la suciedad es muy esquiva pero si planteamos nuestro calendario de limpieza a fondo de maneja clara y eficaz conseguiremos mantenerla a raya.
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